viernes, septiembre 30, 2005

i've been shooting in the dark too long



Aquí todavía es jueves 29 de septiembre. Allí ya es viernes 30. No me acordaba. No me acordé hasta que regresé a mi habitación a las 10, después de mi última clase, Fiction of Horror, en la cual he participado de verdad. Al llegar he visto un correo de David, diciendo que estaba ya en Montreal, que todo había ido bien. Me fijé en la fecha. 29 de septiembre. Los jueves tengo cinco clases, en las que tomo apuntes y escribo la fecha en la parte de arriba de la página, pero sólo ahora me he dado cuenta de qué día era.

Y de repente me tiemblan las manos y me siento triste. Esta noche mis amigos y yo salimos. Sin pensar me he vestido de negro. Es ridículo. Es la clase de reacción que me parece falsa, hipócrita. Y sin embargo aquí está. Después de ocho años sigue aquí.

He llamado a las puertas de Nicole, de Chris y de Dan. Ninguno de ellos estaba allí. Sólo quería un abrazo. El lounge está lleno de gente, personas que ahora acostumbro a llamar amigos, pero no puedo pedir ayuda o una sonrisa a ninguno de ellos. ¿Qué necesito para hacer que esta sensación desaparezca? ¿Para darme cuenta de que no lo merece? ¿Para seguir adelante sin lágrimas?

Algún día podré regresar a San Petersburgo y comprobar si fue sólo una pesadilla o si de verdad existen esos lugares que vuelan detrás de mis ojos. ¿Conseguiré así librarme de los fantasmas? ¿Me convertiré en uno de ellos?¿Lo soy ya?

Escucho música melancólica y sé que no debería, pero escucho música melancólica y cierro mis ojos pintados de negro.

jueves, septiembre 29, 2005

BLOWIN' IN THE WIND

Dentro de media hora debo escapar para ir a una de mis clases de danza y después a mi clase de Fiction of Horror. En la última hora ha dejado de llover e incluso se puede ver un poco de sol. El viento también ha parado. Cuando he salido a la calle estaba diluviando y el viento arrastraba a las personas. Dicen que es a consecuencia de los huracanes en Estados Unidos.
Comienza a hacer frío y los calcetines son imprescindibles. También comienza la semana que viene la época de exámenes mid-term.
Creo que voy a dejar una de mis asignaturas, la de historia, porque cada vez que voy a esa clase comienzo a dibujar en vez de escuchar al profesor. Pero gracias a él me estoy planteando trabajar en la ONU. Hay siete idiomas oficiales y de ellos conozco (más o menos) cinco. Me faltan árabe y chino.
Además, también he decidido que el año que viene iré a estudiar a Estados Unidos. Tal vez sea el eje del mal, pero sus universidades son fabulosas. Pediré una beca para trabajar como Spanish Language Assistant y, si no me la conceden (sólo hay 3 plazas para toda la universidad), una beca que me permita estudiar un semestre en Vermont y otro en California.
¿Por qué lo hago? ¿Por qué lo deseo? No lo sé. Pero hay algo que me impide descansar, quedarme parada, y no soy lo suficientemente fuerte como para combatirlo... o tal vez no quiero hacerlo.

sábado, septiembre 24, 2005

THE HATS CLUB


Otro hermoso día en Ottawa. El viernes es siempre fantástico. Sin clases. Fui al Rideau Centre en busca de zapatos (...) y descubrí que de nuevo había algún problema con mi tarjeta. Según el cajero mi cuenta estaba vacía (¿cómo?). Probé la otra tarjeta. El cajero me dijo que estaba estropeada (¿¿cómo??). Decidí no preocuparme demasiado. Algunos cajeros simplemente funcionan mal.
Revelé algunas fotos, compré comida (incluyendo una ensalada de garbanzos!!!) y alquilé tres películas más en el Blockbuster. He alquilado tantas en menos de tres semanas que me han subido de categoría, ahora soy socia preferente o algo así. Por fin alguien que sabe apreciarme.
Regresé a la residencia y miré en Internet. Mis dos cuentas tenían dinero... pero una de ellas no había registrado movimientos desde el 14 de septiembre, cuando en realidad ayer mismo saqué dinero de esa cuenta. Salí con Nicole de nuevo al centro... Probé a sacar dinero en otro cajero. Nada. No lo entiendo. Tal vez hay un límite mensual para lo que puedo gastar y con las tasas de la residencia lo he superado... El caso es que de nuevo me hallo con 6 dólares en el bolsillo hasta... quién sabe hasta cuándo. Y han subido en 11 céntimos el precio de mi wrap preferido.
En el lado positivo, aquel que no se refiere al dinero (ugh), las relaciones con la gente que vive aquí cada vez son mejores. Nos reímos mucho y hacemos planes. Creo que iré a Montreal con Connor y Nicole a ver a Rufus Wainwright. Y en Acción de Gracias iré a Chicago con Nicole. Además, mañana empieza mi cursillo de primeros auxilios y estoy segura de que será magnífico.
En el lado negativo (de nuevo), la ensalada de garbanzos es horrible.

jueves, septiembre 22, 2005

CUBIST BUDDIES






Es jueves y he tenido ya cuatro clases. Todavía me quedan dos más. Ayer fuimos otra vez al karaoke, pero esta vez no canté, y esta mañana tuve clase de sintaxis a las 8.30. Tuve que escribir rápidamente 500 palabras sobre por qué Donnie Darko no es una película de horror e intentar imprimirlo en alguna parte... más difícil de lo que parece. Al final un hombre calvo, lleno de tatuajes, con dientes torcidos y perilla desierta me ofreció su tarjeta para imprimir... Cuando se la devolví me lanzó un beso (ugh).
Estoy deseando que llegue mañana y despertarme tarde... y tal vez ir de compras. Ayer compré un par de zapatos y un gorro, paseé, hablé con desconocidos y tuve mi primera clase de ballet desde que tenía 11 años. Fue magnífico.
Por fin os enseño algunas fotos. De algunas de las personas con las que vivo ahora y del lastimoso partido de fútbol al que fuimos. Las fotos del partido de fútbol se explican solas... aunque no se ve la lluvia. En cuanto a las otras, son de nuestro lounge. En la primera están María (Uruguay), Ashley (Canadá) y Mikael (Francia). En la segunda, Dan (Irlanda), la camiseta verde de Connor (Irlanda), Patrick (Suecia), una chica con jersey rosa, Violette (Francia), Eric (Suecia), Guillaume (Francia), un chico y una chica que no conozco, una chica que conozco pero cuyo nombre no recuerdo, la camiseta amarilla de Janice (Canadá) y Chris (Canadá). Faltan muchos muchos muchos... pero me da pereza ir a buscar la cámara cada vez que nos reunimos, así que tendréis que esperar.

lunes, septiembre 19, 2005

GIRL FROM THE NORTH COUNTRY


Es lunes. Eso significa que llevo en Ottawa dos semanas. Y también que llevo tiempo sin escribir.
Se han producido algunos cambios. Tengo más clases, menos dinero, una de mis arañas acaba de devorar un insecto mezcla de libélula y avispa, ha llovido un par de días y he comenzado a salir de mi habitación. Supongo que fui bastante ingenua al creer que mi autoexilio sería duradero.
De nuevo tengo amigos de todas los rincones del planeta: Dan, Connor y Ciara de Irlanda, María de Uruguay, Eric y miles de chicas rubias de Suecia, Mikael y Violette y Guillaume y Martin y Thibault, etc, de Francia, Nicole de Alemania... El miércoles pasado fuimos a un bar hecho totalmente de madera. Había karaoke. Todos los españoles cantamos La Bamba y después María, Dan y yo cantamos Who the fuck is Alice...
El sábado fuimos a un club con música horrible y bebidas caras, pero lo pasamos genial. Bailamos sin parar, hicimos piruetas extrañas, los guardias de seguridad nos llamaron la atención por causar demasiado alboroto. Ayer estuvimos viendo "Snatch" en el lounge.
Es interesante ver cómo nos hemos convertido en una minicomunidad, donde cada uno mantiene su anonimidad al mismo tiempo que disfruta de la compañía de los demás.
También hemos ido a un partido de fútbol americano... Aburrido, pero he aprendido las reglas.
La verdad es que todavía no me encuentro totalmente a gusto aquí. Más o menos me he acostumbrado al ritmo de las clases y de la vida, pero todavía me siento un poco distanciada de todo esto, presente sólo a medias. Por suerte he encontrado gente con quien hablar de cine y música y libros, gente con quien hablar en inglés, en francés, en español e incluso en ruso, gente con quien ir de excursión o a bailar. Pero nada es real por el momento.

miércoles, septiembre 14, 2005

JOHNNY & CASH


Había prometido hacer fotos y mostraros cómo es la ciudad y el campus... pero la verdad es que sólo una semana después de llegar ya me halló totalmente sobrecargada de lecturas, encuentros, clases, compras... La mayoría de los estudiantes tienen cuatro clases. Yo he decidido tener seis. Cuatro de ellas de literatura (Modern British Literature, American Contemporary Fiction, Shakespeare, Fiction of Horror), una de lingüística (Syntax, ugh), y una de historia (World History from 1945, donde vamos a estudiar las operaciones de la ONU con un profesor que trabajó para ellos durante toda su vida y que ha explicado en una clase 250 páginas de nuestro libro).
Así que paso los días leyendo, corriendo de un extremo del campus a otro, subiendo y bajando escaleras, comiendo a horas extrañas, bebiendo agua sin parar (hace mucho mucho calor), hablando con Dario, hablando con mis compañeros de pasillo o con cualquier persona en cuyo camino me cruzo (no soy yo, son ellos) e intentando no quedarme dormida. Ni siquiera tengo tiempo real para pasear por la ciudad o trabar amistad de verdad con mis compañeros (también es cierto que no estoy muy motivada). Me relaciono sobre todo con Louie, y me aguanto las ganas de regalarlo todos los días, y con Johnny y Cash, dos arañas que han acampado en mi ventana y en pocos días han elaborado la telaraña más impresionante del mundo. Son capaces de devorar a cualquier ser viviente, así que trato de evitar que entren en mi habitación. Cuando escucho la música de Johnny Cash ellas bailan, de allí su nombre. No sé cómo lo consigo, pero siempre encuentro arañas allá donde voy.

domingo, septiembre 11, 2005

NATURE CHILD

Son las siete de la tarde... la una en Madrid. Al mirar por mi nueva ventana veo cielo azul y árboles y edificios altos y feos y la telaraña que poco a poco teje la araña que despedí de mi habitación en los primeros días. Ayer estuvo a punto de atrapar a una polilla.
No tengo fotos que enseñar de mi viaje a New York porque dejé la cámara en Madrid y tuve que utilizar cámaras desechables. Todavía no me he atrevido a revelar los carretes. Temo que no salga ninguna fotografía. Tampoco tengo ninguna imagen que mostrar de Ottawa... por ahora. Hoy me he comprado otra cámara. Intento pensar que en realidad mis gastos no son tan gigantescos como parece, que el dólar canadiense tiene poco valor... pero en estos días he pagado la residencia y el seguro médico, he comprado libros y platos y cubiertos, he comprado comida y tarjetas telefónicas. El lunes me apuntaré a un curso de primeros auxilios y a una excursión de tres días por las montañas de NY y a otra explorando cuevas y a varios cursos de baile. Y todo cuesta dinero y tengo que tener cuidado. Debo pensar en los gastos, en mis ahorros, en mis planes. Debo pensar en dinero y en tiempo. Me encierro en mi habitación, abrazo la almohada y trato de dormir. Y no puedo pensar en esas cosas materiales... de alguna forma creo que es de mala educación, vulgar.
Tumbada en mi nueva cama, con un colchón de verdad, pienso... pienso que no sé muy bien por qué estoy aquí. Pienso que quedan más de cien días para Navidad. Pienso que si no estuviese aquí estaría en Madrid y que sería peor, porque los edificios son más altos, los mendigos no te desean un buen día, los dependientes no te preguntan cómo estas, no barcos aparcados en medio de la calle, ni hombres que pasean papagayos. Aquí puedo ver las estrellas por la noche, a través de mi telaraña.
Vi New York y me gustó. El Greenwich Village, con sus clubs de jazz, la universidad, los restaurantes exóticos y las escaleras de incendios. Fui al Village Vanguard y a Broadway y a Long Island. Tomé pizza y smoothies y muffins y ensaladas y sushi. Después Sam me llevó a su casa, al norte del Estado. Me recordó a Rusia... o tal vez a mi idea de Rusia. Verdaderos bosques, riachuelos salvajes, lagos en calma, animales de todas clases. Vi casas mágicas y conocí a personas mágicas, como Emma, la hermana pequeña de Sam, un elfo de tirabuzones largos. Me columpié en un verdadero columpio en un árbol. Paseé por los campos que pertenecen a la familia de Sam, campos de flores salvajes. Nadé en un lago con un bañador de flores y vuelo, de Barbara, la madre de Sam. Canté canciones en un coche, miré las estrellas. Lloré un poco o demasiado... porque estaba en el lugar más maravilloso del mundo, pero sólo era una visitante. No pertenecía a esos árboles ni a sus leyendas. Los amigos de Sam no eran mis amigos y sus bromas no eran mis bromas. Fuimos a la fiesta de la cosecha, en un gran cobertizo. Había una banda y gente bailando y muchas mesas con comida y niños corriendo. Muchos me hablaron. Muchos se interesaron. Pero yo me sentía fuera de lugar.
Eso me entristeció. ¿Quiere decir que pertenezco al mundo real? Al mundo de las ciudades, de los coches, del dinero, de las carreteras, de los rascacielos. Un mundo son bosques, sin elfos, sin cientos de flores y gatos, sin banderas de colores y tortitas de arándanos los fines de semana. Pero tampoco pertenezco a Madrid, ni a Inglaterra. Y cuando llegué a Ottawa y vi que era una ciudad de verdad no pude evitar sentirme decepcionada. No quiero ver edificios altos alrededor. No quiero ver autopistas ni cemento ni capas de contaminación ni polvo ni ruido ni comida rápida en todas las esquinas. Ottawa es hermosa, hay castillos y un verdadero río y ardillas de colores... pero es una ciudad y mi habitación está en la décima planta de un edificio inmenso.
En NY todavía hay parcelas de tierra a la venta. Parcelas grandes, como la de la familia de Sam. Con bosques y ríos y campos y pájaros. Él me dijo que no son muy caras. Quise apuntar algún teléfono y preguntar... preguntar qué... preguntar cuánto cuesta. Dinero. De nuevo. Incluso en los últimos paraísos de la naturaleza se nos obliga a ser materialistas.
Hoy compré una planta y me siento mejor. Se llama Louie y no sé si es un cactus o una flor. Me han dicho que sólo tengo que regalarla una vez cada dos semanas, pero que necesita sol, que no puede estar siempre a la sombra. Tal vez Louie y yo somos parecidos.
Os incluyo una fotografía alegre, de Madrid, en un día soleado, con árboles alrededor.