Es viernes y tengo un hipo incontrolable. Por fin escribo de nuevo desde mi ordenador... que, por si no lo sabéis todavía, se llama Pequeño Pony... Me lo han devuelto esta mañana, en una gran caja de cartón. Me ilusiona tocar sus teclas de nuevo y tenerlo en mi regazo y hablar con él... (es mejor que un amigo imaginario). Pero está todavía enfadado conmigo por hacerle daño, así que ha permitido que la gente malvada de HP formatease el disco duro. Es decir, he perdido todos los programas que tenía instalados y todos mis archivos. Tengo copias de algunas fotos y de algunos relatos y de algunas poesías... Pero casi todo ha desaparecido. La verdad es que esperaba estar mucho más afectada por esto. Años y años de escritura borrados. Pero... de alguna forma estoy casi agradecida, porque me da fuerzas y motivos para comenzar de nuevo, no quedarme anclada en el pasado. Me siento más ligera sin todos esos poemas desesperados y los relatos oscuros. Tal vez los eche de menos, tal vez sus frases me persigan por la noche, pero no volveré a escribirlos, no como antes. Ahora puedo empezar de nuevo.
Me voy a Italia... Pensaba llevarme conmigo mi ordenador, pero creo que le voy a dejar descansar unos días, y, cuando regrese, podremos crear de nuevo. Ayer por la noche, tras tomar medicinas y tambalearme por la casa, me tumbé en mi cama y observé la pared. Suelo encontrar allí caras y sombras de personas inventadas. Pero ayer vi un pequeño pony, de crines largas y onduladas y alas de cisne. Sonreía con sus ojos grandes.
viernes, junio 17, 2005
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