El viernes pasado estaba triste. Fui a la habitación de mi amiga Angela. Vinieron Natalie y Ruth. Decidimos que no teníamos dinero ni ganas de ir al bar como el resto de la población estudiantil. Trajimos nuestras mantas, nuestras almohadas y nuestros pijamas. Tomamos infusiones de frutas. Hicimos meditación, tumbadas en el suelo, con luces mágicas alrededor. Después, Natalie le dio un masaje a Ruth y hablamos y hablamos y reímos y hablamos. Entró una vecina de las chicas y nos miró con expresión extraña. Creía que algo raro estaba pasando. Nos dormimos tarde, nos despertamos tarde. Todas cansadas, pero de buen humor.
Ese sábado decidí irme a Canadá únicamente por un semestre, por motivos económicos y académicos especialmente. Me sentí realmente feliz con mi decisión. Ahorraba muchísimo dinero, no tenía que preocuparme por el visado, no me arriesgaba a perder un año escolar y podía ir como voluntaria a las Olimpiadas de Invierno en Turín, porque estaría libre en enero y febrero. Todo lo que me había estado preocupando los últimos meses empezaba a organizarse.
El domingo decidí tener un día productivo, como el anterior, sin tomar decisiones importantes, pero aprovechando el tiempo. A media mañana Natalie me dijo que Ruth y ella iban a ir al hospital más tarde para visitar a Angela, que había sido ingresada el sábado por la tarde por un ataque grave de asma.
Tras dar muchos muchos rodeos por el hospital, encontramos su cama. Angela nos recibió con una sonrisa y fuimos al Day Room. Nos describió los análisis a los que la habían sometido y nos habló de sus compañeras de habitación. Sólo después de una media hora de conversación ligera nos dijo que los médicos le habían diagnosticado un linfoma de Hogdkin. En realidad nunca ha tenido asma, sino cáncer. Ella continuaba sonriendo y hablaba de regresar a la universidad para recoger sus cosas y hablar con los profesores. No nos dejó preocuparnos o estar tristes. Ayer no pude verla porque la estaban operando cuando fui a visitarla.
Por la noche, fui al concierto de Brendan Benson con Jorge. Fue un concierto magnífico. A unos veinte minutos del final tres chicas americanas se abrieron paso a codazos hasta la segunda fila, justo delante mío. Las tres eran idénticas, con el mismo tono de voz que araña pizarras. No dejaron de hablar durante las canciones. Cuando Brendan bromeó sobre la ciudad y preguntó si alguien quería enseñársela, ellas gritaron que las acompañase. Brendan sonrió.
Hoy he visto a Angela de nuevo. Hemos ido doce personas a visitarla, aunque no más de ocho al mismo tiempo. La operación no había ido mal, pero uno de sus pulmones se colapsó en el proceso y los médicos estaban realmente preocupados. Sonríe de nuevo. Mañana le dirán los resultados de los análisis de las glándulas linfáticas que le han extraído. También es posible que mañana empiece con la quimioterapia.
Al regresar a mi habitación por fin me he atrevido a buscar en Internet información sobre el linfoma. Se supone que es uno de los tipos de cáncer menos malignos. Todo el mundo lo dice. Tal vez sea así, pero en la información que he leído se indicaba que la enfermedad tenía cuatro etapas, dependiendo de la extensión del cáncer. Los pacientes en las etapas uno y dos tenían un 80% de posibilidades de vivir más de diez años. Los pacientes en las etapas tres y cuatro tenían un 60% de posibilidades de vivir más de cinco años.
El cáncer de Angela se encuentra en sus pulmones, sobre todo el izquierdo, pero también en su axila derecha, en su cuello y en su estómago. Según lo que he leído, eso significa que está en la etapa cuarta de la enfermedad.
Angela tiene veinticinco años y sólo un 60% de posibilidades de llegar a los treinta.
martes, abril 19, 2005
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