Es lunes, tres de enero. El cartero ha llamado al timbre, como de costumbre. Bebo zumo de naranja para combatir la gripe y escucho jazz. La cabeza me da vueltas, pero no tengo fiebre. Paso los días en la cama o en el sofá, cubierta con muchas mantas, viendo películas y escuchando música... sintiéndome el colmo de la ridiculez e inutilidad. Me gustaría ir a Asia y ayudar, o a África, a cualquier lugar donde se necesite ayuda de verdad. Sé que debería terminar antes la carrera, que es importante, pero... ¿es importante para quién?
A diferencia de muchos amigos, adoro mi carrera y quiero seguir estudiando, aprender más y más, investigar más y más. Pero... ¿Quién necesita a otra estudiante que sueña con ser poetisa y catedrática de literatura? ¿Acaso no hay suficientes ya? Sin embargo, si me fuese a trabajar como voluntaria, haría algo de verdad, algo real. Nadie me impide hacerlo, es mi decisión... y aunque hay dificultades sé que podría vencer casi todas. Pero... no me siento preparada para enfrentarme con tanto dolor. Posponerlo me da miedo, porque temo perder esta oportunidad, este ansia de hacer algo, pero creo que es lo mejor.
Dentro de una semana regreso a Norwich. Lo echo de menos. Espero que esté cubierto de nieve. Mis amigos vendrán a visitarme, así que tal vez no me sentiré demasiado sola aunque mis compañeros se hayan ido...
No tengo nada que decir ni escribir, sólo quería demostrarme que la gripe no me había vencido por completo... Nada de propósitos de año nuevo, es mejor sorprenderse.
lunes, enero 03, 2005
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