sábado, agosto 27, 2005

GOING, GOING, GONE


Son las ocho y media... tal vez un poco más. Acabo de regresar a casa y parezco una muñeca rusa. Elia, como regalo de despedida, me ha maquillado. Al mirarme, se puede adivinar que sueño.
Estoy en el salón, impaciente, esperando poder hablar con Dario a través de Internet. Mañana antes de irme le llamaré y después... quién sabe cuándo hablaremos de nuevo. A mi izquierda está el acuario, iluminado, con arena, guijarros, piedras y plantas que parecen estar despidiéndose de mí.
Mañana me pondré mi falda verde y un par de los miles que tengo de zapatos rojos y volaré volaré volaré.
Euri me ha dicho que en julio se va a Sudáfrica a estudiar y que tengo que ir a visitarle. Me hace tanta ilusión. Podré ir a Dinamarca y a Alemania y a Sudáfrica y quién sabe si a algún otro país. Y seguiré conociendo la bella Italia. Me gustaría no tener que arrastrar maletas de un lugar a otro, poder viajar sólo con una mochila, no ser prisionera de lo material. Tal vez algún día lo consiga.

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