Yo, por otra parte, simplemente di vueltas. Sin dejar de escapar de brazos y brazos y brazos que me hacían girar. Ya no recuerdo. No recuerdo bien en cuántos idiomas hablé ni con quién ni qué dijimos... Me presentaron a tantas personas... Un lunes. Llegué a casa muy tarde. Tras beber y fumar y fumar y dar vueltas y reír y conocer y sentirme bienvenida... En la cama, quise creer que era verdad, que estaba bien. Que todo estaba bien. Que yo estaba bien.
Y no es cierto. ¿Por qué? No lo entiendo. ¿Por qué he recaído? ¿A quién le importa? Supongo que ni siquiera a mí... Da igual... todo da igual. Siempre lo digo. Sumando los "da igual", "no importa" y "es lo mismo", creo que definitivamente no supone ninguna diferencia el estar, aquí o al otro lado (es decir, no estar).
Tal vez me haya equivocado... en todo... Tantas veces.








